martes, 18 de septiembre de 2012

Entrevista a Javier Sinay (recreada)


Menores con prontuario
Explorar el tallo doblado
¿Qué pasa cuando el brote arranca torcido? El relato detallista de Javier Sinay sobre criminales aún verdes.


Javier es un pibe de los ochenta. Tiene la voz aún joven y disfruta mientras es el destinatario de las mil y un preguntas que le hacen en el auditorio de la Fundación para la Educación la Ciencia y la Cultura (FECIC).
“Sangre Joven” es su primer libro publicado. En él, la crónica periodística crece desde el género policial duro. El relato: seis casos de homicidios donde o víctima o victimario aún no había cumplido sus dieciocho primaveras. “Matar y morir antes de la adultez” es el epígrafe del título. Cómo fue el trabajo de reconstruir hasta el detalle las seis historias, con sus protagonistas, sus dramas, sus lugares y sus versiones. Escribir siendo periodista.

- “Sangre Joven” es una investigación exhaustiva. ¿Qué pretendiste, en primer lugar, de la publicación?

- Me interesaba mucho hacer un retrato de esa época y de esos jóvenes, antes de que siguieran creciendo, por una cuestión de retratar a mi generación, a los nacidos en los ochenta. Dejarlo también como testimonio para el futuro más lejano que el día de hoy. De acá a veinte o treinta años podría aportar algo para los que quieran entender cómo vivían los jóvenes en esa época. Y cómo 
morían también.

-¿Una especie de homenaje?

- Honrar la memoria de estos chicos. Evitar que se repita algo así.

- Ofreciste un nuevo enfoque que nunca tocaron los medios tradicionales, ni siquiera en los años de los crímenes. ¿Por qué?

- Porque quería contar otra cosa que era más algo relacionado con la vida cotidiana y no hacer tanto periodismo de investigación clásico puro y duro. Sino ir por un lado más blando dentro del periodismo policial.

- ¿Eso te obligó a utilizar recursos más literarios?

- Es el desafío. Lo que prima es lo periodístico, pero todo el tiempo estas tratando de hacer trucos literarios o buscándole la vueltita para enganchar dos partes de la historia. Eso del juego es algo que me gusta, y yo veo que la realidad en vez de condicionarte un relato, lo potencia.

- La práctica de los policiales siempre afina la pluma. Pero 
¿cómo es abordarlos desde un nuevo marco, propio e independiente?

- Comparando este trabajo con el trabajo para una nota es mucho más grato el trabajo del libro. Tenés más tiempo, mayor dominio sobre el texto que estás trabajando y sobre cómo lo querés encarar y qué querés contar. También estás más solo y eso es mejor, en un punto. –Se ríe- Bueno, puede ser peor también, pero en mi caso lo disfruté.

-¿Y las entrevistas?

- Siempre es interesante hablar con alguien que hizo algo extraordinario. Es una oportunidad única. Las historias son muy terribles. En mi caso me cargaba bastante especialmente cuando hablaba con las madres.

-¿Qué cosas surgían en las entrevistas? Tocar temas como el hijo 
criminal o asesinado debe levantar ciertos revuelos.

- De todo. Mira, el padre de uno de los chicos muertos en Carmen de patagones me recibió dos veces. La primera vez me contó la historia. Se alteró bastante y me fui, de noche. La segunda vez me dijo: “Yo ayer te recibí, yo iba a comer, te conté la historia de mi hijo, me quede sin hambre, se me arruinó la noche. Sin embargo lo hice porque ustedes (los periodistas), siempre vienen acá y después escriben cualquier cosa. Y yo quiero que escribas bien, y por eso te la conté. Y quiero que pienses en mi hijo cuando vayas a escribir y que sientas que él te está mirando”.

- Involucrarte a ese punto debe ser fuerte, como escritor y como persona. Pero como periodista, ¿qué te decía la ética y la práctica con respecto a meterte tan de lleno con las historias de los demás?

Trae a la conversación el caso de Federico Molina, asesinado de tres puñaladas en El Teatro de Colegiales a fines de 2003, víctima de un triángulo amoroso juvenil y extraño: “Eso fue una pregunta que yo noté en el caso de Federico Medina porque me lo dijo la chica, La Pimpollo. Me dijo: “¿qué te andás metiendo en estos asuntos?” Y yo no lo había pensado hasta ese momento. Creo que un poco de razón tiene, pero también es un hecho público, que afecta a toda la sociedad, un homicidio”.

-Y ahí metes al periodista…

-Y en ese sentido creo que es ético averiguar qué pasó y contarlo de esta manera. Tratando de contar algo más. Tratando de hacer un retrato generacional, o tratando de que quede algo para el futuro. Si uno lo cuenta para contar el morbo, habrá que ver. Aunque uno quiera también contar el morbo, también es un hecho importante para todos.
    
Javier asegura que escribir “Sangre Joven” le dejó varias enseñanzas. Una de ellas muy interesante: Creo que hay gente violenta, predispuesta a la violencia que puede terminar haciendo algo así. Y hay gente ordinaria, que cruza una línea extraordinaria. Y creo que en el libro hay de los dos.”

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