Se acabó el
esoterismo: Ciencia para todos.
Si la ciencia
no produjera el asombro en el hombre que –inevitablemente- produce no
estaríamos aquí. Es el afán de superarse, de no estancarse y de seguir buscando
respuestas a la vez que cada nueva interrogante tenida en cuenta abre un nuevo
abanico de correlaciones con distintas áreas.
Pero ¿qué
tanto sabemos de ciencia? Y después, ¿qué tanto sabemos de ciencia
made-in-argentina? Desbocados muchos responderíamos tranquilos la primera
pregunta. Pero 9 personas de cada 10 personas responderían que poco o nada a la
segunda pregunta. Y hasta quizás saben de qué va la canción, pero no que es
argentina. Dejemos acá este punto.
Desde
que aparecieron los textos de divulgación científica disfrutaron –por así
decirlo- de un público muy acotado. Limitación incluso retroalimentado por la
misma comunidad científica que los redactaba para sus mismos colegas,
académicos, letrados, etc. La supuesta “divulgación” se limitaba a unos pocos.
Pero por qué no podríamos vociferar con orgullo que el satélite SAC-D Acuarius,
en este momento en orbita alrededor de la tierra, fue diseñado y ensamblado en
Argentina; o que la comida congelada pasó de moda y su reemplazo, el alimento
“liofilizado” promete ocupar su lugar en las mesas y viene de la mano de varios
científicos argentinos. De eso se trata el periodismo científico. No es
divulgar, es contar la ciencia.
“Contar
la ciencia” es el primer libro impreso con el sello de la Red Argentina de
Periodismo Científico. En él, con un interesante prólogo escrito por Diego
Hurtado, historiador de la ciencia e investigador del Conicet, un lector
promedio sin necesidad de ser parte por hecho y derecho de ese mundo tan
mágico, misterioso y reservado para unos pocos que es la ciencia –o que solía
ser-, es captado inmediatamente. No puede no interesarles el libro.
Es una compilación de 40 artículos publicados
en 2011 por periodistas científicos en distintos medios gráficos. En ellos, la
pluma periodística profesional proporciona la cintura necesaria para anexar
armónicamente las experiencias de laboratorios y análisis con los testimonios
de sus protagonistas; para así lograr una composición legible, expositiva, con
su propio ritmo y su toque literario.
Históricamente
la Argentina ha dado siempre al mundo grandes exponentes de la ciencia. Hoy en
día cuenta con eximios profesionales en numerosas áreas científicas, cuyos
progresos cotidianos no son promovidos ni festejados como deberían: un complejo
conflicto de intereses se encarga de que así sea. Pero ya no. Este libro
significa la ciencia al alcance de todos. Ver, enterarse de lo que piensan
nuestros científicos, qué hacen y cómo repercute. Ahí entran los periodistas.
Porque no alcanza con describir, hay que componer.
Esta
publicación, más allá del éxito que pueda tener a nivel libro, es un firme
primer paso para el periodismo científico. El reciente nacimiento de la
Red Argentina de Periodismo Científico es la bota que no retrocede. La
ciencia pertenece al hombre, a todos, y ahora, por fin, existe un paquete
concreto y adaptado, un compilado exquisito, para ofrecer.
¡¡Felicitaciones!!
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